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08.03.04
La vibora y la culebra de agua

Una nueva fábula de Esopo nos ilustrara el tema de hoy, en este caso se trata de la fábula titulada “La víbora y la culebra de agua”.

 

Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.

 

A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.

 

Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra,
fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole
que la ayudarían a su lado.

 

Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.

 

Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos. Respondieron las ranas:

 

-- Pero compañera, nuestra ayuda no está en nuestros brazos, sino en las voces.

 

En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.

Al igual que en el mundo de las serpientes, en el mundo de los hombres, existen hombres que son como la culebra y como la víbora, a su alrededor pululan las ranas.

En la vida diaria, constantemente estamos librando batallitas con los que nos rodean, en muchos casos, empujados por los que nos rodean.

En ocasiones, a causa de esos “amigos” que como las ranas, nos vienen a calentar la cabeza con chismes, que quizás ni repararíamos en ellos, pero como esos “amigos” nos encienden la sangre con esto y con aquello, al final, nos creemos que es algo importante, o simplemente consiguen despertar nuestro sentimiento de envidia u odio, de tal manera que intentamos luchar como la víbora, con la culebra, empujados por los chismosos.

Peor suerte corrió la culebra, la cual por su egoísmo que no querer compartir el agua para que bebiera la víbora, se quedo ella maltrecha y sin sus dominios.

Por ello, en ocasiones los gritos de las “ranas”, los chismosos y envidiosos que nos rodean, sus palabras, nos pueden llegar a convencernos de realizar actos que de nada nos sirven, simplemente, especialmente las personas de mente débil se envalentonan con el ruido de unos apoyos que simplemente son aire…

Escuchemos lo que se dice a nuestro alrededor, analicemos la cuestión, pero decidamos nosotros sabiendo los riesgos de una acción y si merece la pena realizarla o no.

Hemos de gastar nuestras energías en algo que nos sirva de provecho, no en batallitas que a ningún lugar nos llevan, si estas batallitas sólo nos generaran estrés y probablemente angustia y depresión si perdemos la batallita mejor no librarla y correr unos riesgos innecesarios a cambio de nada.

Categoría: Literatura | Vistas: 641 | Agregado por: jorbasmar | Valoración: 0.0/0
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