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07.29.44
El estomago y los pies

 

Comenzamos esta semana comentando una fábula más de Esopo titulada “El estómago y los pies.

 

El estómago y los pies discutían sobre su fuerza.

 

Los pies repetían a cada momento que su fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago.

 

A lo que éste respondió:

-Amigos míos, si yo no les diera el alimento, no me podrían llevar.

 

Veamos siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena de sucesos.

Demos el mérito a quien realmente es la base de lo que juzgamos.

 

Al igual que los pies, muchas personas fanfarronean de sus habilidades o poderes, despreciando las habilidades y el poder de los demás.

En este caso, los pies se vanaglorian su extrema fuerza respecto al estómago, que incluso pueden transportar al mismísimo estómago, junto con todo el resto del cuerpo.

Mientras ven lo importantes que son los pies, no se enteran que necesitan al estomago para que alimenten las células que los forman.

También, los pies olvidan que necesitan al corazón para que bombee sangre, para que esta pueda transportar los alimentos que nutren sus células.

Tampoco recuerdan que son imprescindibles los pulmones para oxigenar la sangre.

En este caso pondremos a un rey, como ejemplo de los pies.

Un todopoderoso rey, reina un inconcreto reino, desde el poder, la riqueza y los placeres que le otorga su cargo.

Este rey como los pies, exige, manda y ordena a sus sirvientes, así como también a sus súbditos todo lo que a él se le antoja, a él no le manda nadie, pero él, bajo el poder que le otorga su corona, obliga a los demás a servirle en todos sus caprichos, así como a sus soldados, hacerles recaudar impuestos, para poder el mantener su alto nivel de vida.

Pero si este rey se vuelve injusto, trata mal a sus sirvientes, soldados y ministros, pide tantos impuestos a su pueblo que el pueblo no le queda ni tan solo para malvivir…

¿Qué ocurriría en este supuesto?

Pues el que pueblo terminaría por revelarse, el rey se quedaría como los pies de la fábula, sin la energía (impuestos) que el inútil estómago le daba a los pies, para que estos pudieran andar.

 

 

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